Aprende a catar vino y te aseguro que disfrutarás mucho más bebiéndolo. Es igual que aprender algún deporte. Piensa, por ejemplo, en el golf o el tenis, cualquiera puede empuñar un palo o una raqueta pero, si aprendes los fundamentos del juego, se disfruta mucho más jugando. Hasta dónde quieras llegar ya depende de ti, pero al menos sabes lo que hacer y cómo hacerlo.
Observando y oliendo es como percibes la mayor parte de la información, y catando y bebiendo el vino confirmas lo que has visto y los aromas, añadiendo las sensaciones de dulzor, calor y cuerpo. Cuando imparto una cata, comenzamos con aprender cómo sujetar la copa, para observar el color y la condición del vino, y agitamos la copa para liberar los aromas y esnifar profundamente. Requiere un poco de práctica, pero así se adquiere un vocabulario mayor de aromas. Cuando cates, toma un poco de aire y sorbe el vino alrededor de la boca, los sabores serán como los aromas, añadiéndole otras características más.
Aprendiendo a catar te vas dando cuenta de los estilos de vino que más te gustan. Somos más o menos sensibles a diferentes elementos (acidez, cuerpo, dulzor, aromas y sabores). Por muy bueno que sea un vino, ello no quiere decir que le vaya a gustar a todo el mundo. Esto puede ser algo confuso para los bebedores de vino, porque a veces piensan que el problema es que no tienen capacidad de apreciar las características de un vino en concreto. Por lo tanto, conocer qué estilos de vinos te gustan es muy útil cuando lo vayas a pedir o elegir.
En APOZA, cuando estamos hacienda una selección de vinos para un cliente, una de las preguntas que siempre le hacemos es cómo toma el café por la mañana. Saber eso es una buena indicación de cómo de tolerante es el paladar de una persona a determinados sabores. Un café fuerte sin azúcar indica un paladar que probablemente aprecie más vinos con mucho cuerpo, con más taninos y acidez, mientras que alguien que lo tome con leche y dos terrones de azúcar, muestra un paladar más sensible, por lo que el estilo de vino más adecuado será uno más aromático y suave. Por supuesto, no significa que un vino con mucho cuerpo tenga más calidad que uno aromático y más suave, es tan sólo una cuestión de preferencias.
¿Conoces bien tu paladar? Hay muchos estilos de vinos diferentes y, para conocer tu paladar, tienes que catarlos para ver cuál es tu reacción. Si una persona es neófita catando vinos, una buena manera de empezar es comenzar con vinos ligeramente dulces, ya que el dulzor hace que un vino parezca y sepa más suave. Según los bebedores de vino van ganando experiencia, sus paladares afinan su capacidad de apreciar vinos más secos y sutiles. Es entonces cuando entiendes que un vino afrutado no tiene por qué ser necesariamente dulce. Cuando describo un vino blanco seco como “lleno de sabores cítricos y de frutas tropicales”, a menudo la reacción es: “no, yo no quiero un vino dulce”. Una vez que sabes que un vino puede tener sabores de frutas tropicales y sin embargo ser seco, esta información te puede ser muy útil cuando tengas que pedir vinos del estilo que te gusta.
¿Cuál es tu reacción cuando muerdes un limón? Ése es otro buen indicador para saber cómo de sensible a la acidez es tu paladar. Algunas personas disfrutan con ese “golpe” de acidez, mientras que otras retroceden con horror. Si eres particularmente sensible a la acidez, es mejor evitar vinos secos con una acidez natural alta. Por ejemplo, pide mejor un Moscatel seco en lugar de un Albariño. Sin embargo, si el vino está bien hecho, debería haber un equilibrio, y la acidez no se debería percibir demasiado.
A medida que tu paladar se vaya acostumbrando a los diferentes estilos de vinos, sabrás qué pedir cuando estés eligiendo un vino, y ello te permitirá accede a todo un mundo de sensaciones y placeres que proporciona el mundo del vino.